La relación entre la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente ruso, Vladímir Putin, fue siempre difícil, aunque próxima. Ella habla ruso y él alemán. Ambos vivieron la primera mitad de sus vidas bajo un régimen comunista. Alemania continúa siendo todavía el primer socio comercial de Rusia y Berlín sigue actuando como el abogado de Moscú ante Occidente.
Merkel aprendió el ruso porque, siendo miembro de las juventudes comunistas de la República Democrática Alemana (RDA) y aspirante a ingresar en la Universidad de Leipzig, no le quedaba otro remedio.Putin, sin embargo, tuvo que estudiar el alemán por cuestiones de trabajo. Era agente del KGB y recibió la misión de trasladarse a la RDA para captar informadores y topos.
Existen teorías que aseguran que la actual canciller alemana fue agente de la Stasi y que, como tal, conoció hace tiempo al ahora jefe del Kremlin. Sus edades son parecidas, ella nació en julio de 1954 y él en octubre de 1952. Pero el primer encuentro público y notorio de ambos se produjo en enero de 2006, cuando tras convertirse en canciller, Merkel efectuó su primera visita oficial a Rusia.
Aprovechó para decirle a Putin lo que pensaba sobre el deterioro de la democracia en Rusia y el poco respeto a los Derechos Humanos. Pocos días después, en una entrevista al semanario «Der Spiegel», la responsable alemana arremetía nuevamente contra el presidente ruso. A la pregunta sobre si consideraba «amistosas» las relaciones con Rusia, Merkel respondió: «no compartimos tantos valores con Rusia como con América».
Intereses económicos
No obstante, los enormes intereses económicos que Alemania tiene en el gran país eslavo y la dependencia del gas ruso obligaron a la canciller a ser más pragmática en su relación con el zar. En marzo de 2008, poco antes de que Putin entregase la Presidencia a su amigo Dmitri Medvédev, Merkel viajó a Sochi para conocer al nuevo dirigente.
«Medvédev no va a necesitar demostrar que es un liberal. Por eso no va ser sencillo tratar con él, es un patriota y, como yo, defenderá los intereses de Rusia», le dijo el presidente saliente a su colega alemana, a la que había recibido con un ramo de flores. Como si fuera premonitorio, aquel mismo día, Putin le dijo a Merkel que el reconocimiento de la independencia de Kosovo «crea un precedente que dará un nuevo impulso a los separatismos en Europa». A continuación, la canciller se vio con Medvédev y éste le dijo: Le ofrezco la misma sinceridad y amistad que siempre caracterizaron los vínculos entre nuestros países y las relaciones de usted con el presidente Putin», quien, no obstante, no se fue a ningún lado. Siguió manejando los hilos de la política rusa desde el cargo de primer ministro durante los cuatro años siguientes, hasta 2012, cuando volvió al Kremlin.
Un gesto que acercó a Putin y Merkel fue el indulto concedido al que fue patrón de Yukos, Mijaíl Jodorkovski, liberado en diciembre de 2013. La iniciativa partió de Merkel, a quien le estaba empezando a resultar complicado seguir defendiendo a un dirigente que enviaba a todos los opositores a la cárcel. Las Pussy Riot también pudieron abandonar la cárcel.
Pero el idilio entre Berlín y Moscú se marchitó cuando Putin se apoderó de Crimea y le organizó a Ucrania una guerra en sus regiones orientales.
Hay varias frases pronunciadas por Merkel la pasada primavera tras la acometida rusa contra Ucrania: «Putin ha perdido el sentido de la realidad«, «es inadmisible que un país exija tener zonas de influencia«, «aunque hay que dialogar, a veces no hay ganas de seguir hablando» con Moscú.
Merkel, traductora de Hollande
En Brisbane (Australia), durante la cumbre del G20 de noviembre, refiriéndose a la crisis ucraniana, la canciller alemana dijo en presencia de Putin: «¿Quién hubiera pensado que 25 años después de la caída del Muro (de Berlín), después del fin de la Guerra Fría, después del fin de la división de Europa y del fin de un mundo dividido en dos, sucedería algo así en pleno corazón de Europa?».
Hace una semana, cuando Merkel y el presidente francés, François Hollande, llegaron a Moscú para proponerle a Putin su plan de paz, gran parte de las conversaciones tuvieron lugar sin presencia de nadie más, ni siquiera traductores. El líder ruso y la canciller hablaron todo el tiempo en alemán y a veces en ruso. Ella hizo de traductora para Hollande. Se notó que aquella larga conversación les acercó de nuevo.
El jueves, cuando en Minsk, se alcanzó el acuerdo de alto el fuego en el este de Ucrania, Merkel le agradeció a Putin el haber logrado que los separatistas firmasen el protocolo. Parecen haber evitado el divorcio definitivo, la pregunta es por cuánto tiempo.
fuente: ABC
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